Judy y Eric llevan casados más de 40 años. La pérdida auditiva severa de Eric ha afectado a su vida en pareja, pero también les ha unido más que nunca.
Eric: «Me encanta pasar tiempo con mi familia, mis amigos y mis nietas. Y me gustan muchas, muchas más cosas. Hace muchos años decidí que mi pérdida de audición severa no me impediría vivir la clase de vida que quería. Y no lo ha hecho. Durante más de cuarenta años, mi mujer Judy ha sido mi mayor aliada. Sin ella, no podría haber hecho todo lo que he hecho en la vida… y he hecho bastantes cosas».
«Me quedé sordo relativamente joven. Enseguida me di cuenta de que tenía que tomar el control sobre mi situación para sobrevivir en mi trabajo y para vivir el tipo de vida que deseaba. Soy electricista cualificado y operador de plantas de tratamiento de agua. Durante muchos años, estuve a cargo de la planta de tratamiento de aguas más importante del Estado. Aquel era un trabajo de mucha responsabilidad. Tenía 73 personas a mi cargo y éramos responsables de suministrar agua potable limpia a los cuatro millones y medio de personas que vivían en nuestro distrito».
«Tuve que adaptar mi entorno de trabajo a mis necesidades. Llené mi despacho de cables para poder hablar por teléfono cómodamente. Con ayuda de Judy, ideé un artefacto que encendía una luz de aviso en mi mesa cada vez que alguien llegaba a la puerta de mi despacho, para no sobresaltarme».
«Me gusta la tecnología. Nunca he tenido reparos en probar los audífonos o las tecnologías de ayuda a la audición más novedosas, y me gusta mucho escuchar música. Tengo instalado un equipo de alta fidelidad en el sótano, en el que puedo poner el volumen tan alto como quiera y escuchar rock and roll sin molestar a nadie. A veces digo que casi me da miedo la vibración de los vasos y las vitrinas, pero es broma; estoy demasiado concienciado con mi salud auditiva como para poner la música tan alta».
“Mi mujer Judy ha sido mi mayor aliada”
“A pesar de todas estas dificultades, Judy y yo tenemos muchos buenos momentos. Nos gusta pasear junto al océano y escuchar las gaviotas y las olas. A veces me emociona tanto la belleza de estas escenas que tengo que detenerme y quedarme escuchando durante varios minutos. Esos momentos son magníficos».
La otra versión
Judy: “No creo que nadie pueda comprender de verdad lo que es no poder mantener una conversación normal con tu pareja hasta que lo vives. La gente sabe que Eric tiene una pérdida de audición severa y, mientras están con nosotros, son cuidadosos cuando hablan con él. Pero no saben hasta qué punto su pérdida de audición afecta a nuestra comunicación y a nuestras vidas».
«Tengo una sensación de soledad y aislamiento que cualquiera en mi situación sentiría. Después de veinticinco años, más de la mitad de nuestra vida de casados, sigo echando de menos la conversación espontánea. Sobre todo, la conversación íntima y personal».
«Yo tengo una audición normal. No me gustan los silencios largos. Para Eric, el ruido de fondo resulta molesto y agotador. Pero los silencios prolongados también me aíslan a mí en un mundo sin sonidos».
“Cada obstáculo te hace un poco más fuerte”.
“También se pierde fragmentos de la conversación y ahí estoy yo para llenar los huecos. Si estamos con un grupo de amigos o en una celebración familiar, a Eric le resulta prácticamente imposible participar en la conversación. Siempre estoy atenta para ver la expresión de su cara y repetirle lo que se pierde. Muchas veces, le veo que sonríe y que asiente, y yo sé perfectamente que no está entendiendo nada o que no puede seguir la conversación. Sólo trata de ser amable».
«Cuando empezó este viaje, no teníamos a nadie a quien recurrir para pedir consejo o para darnos ánimo. No había nadie que pudiera decirnos: ‘no pasa nada, la gente se hace a esto’. Quizás, compartir nuestra historia sirva para dar ánimo y esperanza a otras personas».
«Por otro lado, las dificultades que hemos compartido también han sido oportunidades para estar más unidos. Cada obstáculo te hace un poco más fuerte. Aprendes a confiar cada vez más en el otro. Eric siempre me dice ‘no podría haberlo hecho sin ti’, y el caso es que yo podría decirle a él lo mismo. Este desafío nos ha acercado más. Ahora confiamos en formas de comunicación sencillas: tocarnos, un gesto, una mirada o cogernos las manos para que él sepa que estoy ahí».
«Eric lo es todo para mí. Si pudiera, le daría mis oídos. Nada me haría más feliz que verle oír».
Fuente: Oticon.es
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