Un trabajo ensordecedor, música muy alta en el iPod, la edad, antecedentes familiares… muchas situaciones de la vida diaria hacen que vayamos perdiendo oído. No podemos dejar de envejecer, pero sí evitar los ruidos dañinos.
No es algo anecdótico. Se estima que un 10% de la población mundial sufre pérdida de audición en mayor o menor medid. En España, podemos estar hablando de un millón de personas aproximadamente. Estos datos son de hace 5 años, por lo que hoy en día es posible que sean aún mayores los porcentajes y los totales.
La sordera y sus causas
Los expertos diferencian tres grandes tipos de sordera, según la parte del oído que resulte dañada: (ver imagen de la anatomía del oído)
- Hipoacusia conductiva: A menudo es reversible y afecta al oído externo o medio, que son los encargados de la conducción del sonido al oído interno. La corrección de esta sordera es sencilla, ya que el paciente suele requerir sólo un aumento en el volumen.
- Hipoacusia neurosensorial: Agrupa a las alteraciones del oído interno, que es donde el sonido se convierte en estímulos nerviosos que son transmitidos al cerebro. Esta es la pérdida más frecuente y la que requiere una mayor dedicación a la hora de comenzar a corregirla con audífonos, ya que las personas que la padecen «oyen pero no entienden», es decir, el sonido llega bien al oído interno pero, una vez allí, éste órgano no lo interpreta como debiera.
- Hipoacusia mixta: Es una combinación de las dos anteriores, es decir, que el paciente sufre ambos tipos al mismo tiempo.
La pérdida de oído puede estar motivada por causas anteriores al nacimiento o adquiridas a lo largo de la vida. Las causas congénitas provocan lo que se llama «sorderas de nacimiento». Algunas son de origen hereditario y, por tanto, se pueden transmitir de padres a hijos; otras tienen su origen en malformaciones producidas durante el embarazo por una afección como la rubeola o el consumo de ciertos medicamentos.
Entre las causas adquiridas, algunas afectan principalmente a la conducción del sonido desde el exterior al oído interno: otitis repetidas, perforación del tímpano, soldadura de los huesecillos… en cambio, la enfermedad de Ménierè o el uso de medicamentos ototóxicos, perturban principalmente la transmisión nerviosa del sonido.
Aparte de estas causas, de forma natural, muchas personas van perdiendo oído a medida que envejecen. En ocasiones, la pérdida de audición está provocada por los ruidos que hay a nuestro alrededor, que pueden resultar dañinos. Algunos de esos ruidos son evitables, pero nos ocuparemos de ellos en próximos artículos.
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